La reciente incorporación de Sergio Sánchez como asesor de la ministra Ximena Aguilera para la coordinación de la reforma al sistema de salud representa más que un cambio técnico: es la llegada de una voz con historia en el activismo por políticas de drogas más humanas y basadas en evidencia. Médico de formación y exdirector técnico de Latinoamérica Reforma, Sánchez ha dedicado buena parte de su carrera a transformar la mirada que el Estado y la sociedad tienen sobre el consumo de sustancias, en particular el cannabis.
Desde su rol en Latinoamérica Reforma, organización que impulsa mejores prácticas sociales frente a las drogas, Sánchez ha promovido el uso terapéutico del cannabis, la reducción de daños y el derecho a decidir sobre el propio bienestar. Su enfoque no ha sido solo médico, sino profundamente político: aboga por marcos regulatorios que pongan a las personas en el centro, en lugar de criminalizarlas por sus consumos.
En un país donde el debate sobre la legalización del cannabis medicinal y recreativo aún avanza lentamente, la experiencia de Sánchez aporta una perspectiva imprescindible para repensar el vínculo entre salud pública y políticas de drogas. Su trabajo ha estado marcado por la defensa de pacientes, la divulgación científica y la urgencia de romper con los estigmas que por décadas han invisibilizado el sufrimiento y la autonomía de quienes consumen.
La llegada de una figura como él al corazón del Ministerio de Salud podría abrir la puerta a nuevas discusiones y avances concretos en torno al enfoque sanitario del consumo de sustancias.