El milagro se hizo. Dios bajó de los cielos, a rapel, y nos dijo «NO». Tampoco entendimos lo que quería decir, pero hicimos caso a la señal. Con el cariño de la comunidad, tuvimos el gusto al fin de vernos las caras en un espacio público, después de mucha planificación de dudosa eficacia, pudiendo disfrutar de la bonita música de SONDELVALLE, que se unieron a nosotros en esta primera versión, sin miedo (o un poquito) y mucha buena onda.